Música: Las sonatas de Beethoven, en las manos de Barenboim

El Royal Festival Hall acogerá al músico argentino en lo que promete ser el gran acontecimiento de la música clásica en Europa
LONDRES, (EFE).- El nuevo ciclo completo de las sonatas de Beethoven, que ofrece Daniel Barenboim hasta el 17 de febrero en el Royal Festival Hall, promete ser uno de los acontecimientos musicales del año en la capital británica. Barenboim, nacido en Buenos Aires en 1942 de padres judíos inmigrantes de Rusia, lleva casi 47 años interpretando las sonatas del músico de Bonn, que él mismo ha calificado de "diario artístico".

No hay ninguna otra producción del compositor que documente de modo tan fiel la evolución de su arte, y en ese sentido Barenboim las considera más importantes que las nueve sinfonías, no sólo porque "hay treinta y dos, sino porque muchas vienen en grupos y hay cierta relación entre ellas".

El músico argentino ha configurado el programa londinense no cronológicamente sino a base de una sonata temprana, una del período intermedio y otra de la última producción de Beethoven por concierto.

"En cierto modo es una lástima no tocarlas según un orden cronológico, porque habría dado al viaje su pleno significado, pero el programa no habría estado tampoco bien equilibrado", afirmó Barenboim en una entrevista citada por los organizadores del ciclo.

En el recital inaugural, el lunes por la noche, integrado por las sonatas número 1, la número 18 y la 29, conocida como "Hammerklavier", una sonata de la que el propio Beethoven dijo que daría mucho que hacer a los pianistas, Barenboim pareció tocado por un ángel.

Su interpretación del adagio sostenido del tercer movimiento de la "Hammerklavier" -el movimiento más lento y uno de los más bellos de toda la obra de Beethoven- fue sin duda uno de esos momentos que hacen inolvidables un concierto.

Pero la gran experiencia de Barenboim como director de ópera, sobre todo, de la música de Wagner, que ha interpretado hasta en Israel, quedó en cierto modo reflejada también en el allegro del primer movimiento, en la energía del scherzo y en la titánica fuga final. Como ha señalado un crítico británico, "Barenboim recrea brillantemente el carácter y el estado de ánimo de cada movimiento -bien sea fogoso, vivaracho, meditativo o humorístico- al punto de que parece que esté descubriendo él mismo esta música de nuevo".

No es de extrañar, pues, que el público, que llenaba totalmente el gran auditorio del Royal Festival Hall, recientemente reformado y dotado de una nueva acústica, se pusiera en pie al final del recital y ovacionara largamente al maestro antes de éste recibiera la medalla de oro de la Royal Philharmonic Society.

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