Ocho
temas de libre desarrollo instrumental, con mantos sonoros que van y
vienen, con su piano y las arquitecturas sintetizadas, esos loops
electrónicos que Ellis hilvana con admirable sensibilidad hasta
dotarlos de un sustrato casi humano. Unas atmósferas que recorren la
mayoría de cortes del álbum, a modo de bálsamo en ocasiones (en el tema
que da título al álbum o en Alburquerque) y de aire de inquietud en otras (Old song o White elephant) pasando por un tema de arranque como Hand of God, en donde el tempo y el tono vocal pasan del sosiego a la ansiedad.
Temas
que traslucen dos cosas, el alto nivel cualitativo y creativo de su dos
autores y, muy ligado a ello, la interrelación entre ambos, que se
intuye y demuestra como un manantial constructivo. Una obra de
conclusión esperanzadora pero realista, que no evita que emerja
puntualmente el Cave iracundo con ese tono agresivo tan inconfundible
como en Shattered ground.
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