Arte: Entrevista a Miguel Zugaza, director del Museo del Prado
Esta ampliación se completa mucho después de que los grandes museos occidentales, como el Louvre de París o el Metropolitan de Nueva York, acabaran las suyas.
Así es. Y algunos museos como los de Boston, Filadelfia o Chicago están desarrollado ya ampliaciones de segunda generación. Pero esta modernización del Prado ha debido superar graves resistencias, más externas que internas, aunque de las dos ha habido. En ambos casos, por desconocimiento de la institución, cuya calidad nadie discute, pero que es poco visitada por españoles: el 70% del público es extranjero.
¿Tiene ventajas ese retraso?
Tiene dos. La primera es que nos ha dado tiempo, antes de acometer la ampliación, para reformar la estructura de esta institución, ganando autonomía. La segunda es que hemos aprendido de otros museos que al ganar espacio para exposiciones temporales les dedicaron demasiada energía. Sabemos que nuestro pilar es la colección, y que debemos compaginar la atención que le dediquemos con las temporales. De ahí que la exposición de la apertura se centre en el arte del XIX. Y de ahí que le vayan a seguir otras alrededor del Greco, Velázquez o Goya.
¿Cuáles son los principales beneficios que obtendrá el usuario con la ampliación del Prado?
Teníamos fama de antipáticos, de recibir mal. La ampliación está concebida para mejorar la accesibilidad, la comodidad del visitante.
¿Cuáles son los números de esta operación?
La ampliación ha costado 152 millones de euros. El presupuesto anual ha pasado, en cinco años, de 22 a 44 millones. El 60% de estos gastos anuales corre a cargo de la Administración; el 40% restante lo genera el museo. Y esperamos pasar de 2 a 2,5 millones de visitantes anuales.
El director del Louvre, Loirette, dice que el museo debe "hacer compartir a toda la gente los tesoros de la humanidad". ¿Suscribe esta idea malrauxiana?
Sí, la suscribo.
¿Se puede abrir a todo el mundo sin caer en la masificación?
En buena medida, ampliamos para gestionar una asistencia ya masiva, que está formada por personas que vienen al museo a disfrutar de una experiencia individual memorable. Debemos responsabilizarnos de que esa experiencia sea satisfactoria. El Prado, con dos millones de visitas, lo tiene mejor que el Louvre, con diez.
Dos millones son muchas personas. Jean Clair afirma que los museos han sido entregados a "las hordas de turistas".
No se debe entregar el museo a eso que Clair denomina la horda turística. Pero no se puede menospreciar el esfuerzo de un japonés que viaja a Madrid para disfrutar de Las Meninas.Me asusta una asistencia descontrolada. Pero nuestra función es convertirla en razonable. La masificación es un hecho más bien irreversible. Ya Baudelaire dijo que la vida moderna se había colado en la arcadia del museo.
¿No es partidario, por tanto, de limitar el acceso del público?
No. Y me gustaría que el museo fuera de acceso gratuito, como los británicos. Eso ahora no es sostenible, pero trabajamos en esa dirección: los días laborables, el acceso al museo será gratuito durante las dos últimas horas de la jornada.
¿Cómo satisfacer hoy al amante del arte que antes se plantaba una hora ante un cuadro?
Inevitablemente, esa experiencia, en un gran museo, pertenece al pasado. Pero hay que evitar que la visita se convierta en un sprint.
¿Cómo valora la política de franquicias, iniciada por el Guggenheim, y ahora abrazada por el mismo Louvre en Abu Dabi?
Que un gran museo público como el Louvre juegue esa baza me parece discutible, y más si lo hace guiado por el afán recaudatorio.
¿Se impondría su criterio si Abu Dabi invitara al Prado?
Fuimos formalmente invitados a participar en la isla de los museos de Abu Dabi. Pero lo descartamos de pleno. Nuestra colección, con tantos crucificados y tantas Venus, debería sufrir una severa censura en aquel país. En fin, mis palabras tienen algo de broma. Como decía Saura, el Prado es más intenso que extenso. Nose puede segregar una parte importante de su colección sin hacerle daño. Nuestro Abu Dabi está en el Prado disperso por España.
¿Cuáles serán las prioridades del museo tras la ampliación?
Recuperar el Casón del Buen Retiro y el Salón de Reinos. La obra del Casón está ya terminada. Confiamos en que el año que viene funcione allí el Centro de Estudios del Museo del Prado y la Escuela del Prado, donde debe formarse a profesionales museísticos y desarrollarse nuestra fuerza intelectual.
Lleva usted seis años en un cargo que ciertos antecesores abandonaron deprisa y envueltos en polémica. ¿Cómo lo ha logrado?
Lo que ahora estamos consiguiendo es también fruto del esfuerzo de los anteriores directores. Aunque es cierto que por el Prado han pasado seis responsables mientras el Metropolitan de Nueva York sólo lo ha dirigido Montebello.
Se lo preguntaré de otra manera: ¿cuál es el estilo Zugaza?
Pensé en que debía promover la excelencia en el trabajo personal y en el trabajo en equipo. Que podría religar las muchas tendencias que había en el museo y darles una coherencia. Y eso he intentado.
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