Arte: Manuel Borja-Villel, "El Reina Sofía será el MoMA del siglo XXI"

Por Josep Massot
El director del museo madrileño tiene muy claro su proyecto: "El Reina Sofía será el MoMA del siglo XXI", promete Manuel J. hasta ahora director del Macba, quien dibuja para La Vanguardia cómo será el nuevo museo.
¿Qué Reina Sofía ha encontrado?

El Reina Sofía ha sido un paradigma negativo de una época en la que la cultura ocupó la centralidad, pero a cambio de su utilización y de servir al espectáculo y a las políticas de todo tipo. Ha habido cierta pérdida de la función de servicio público que toda institución educativa ha de tener. La cultura, la educación y la sanidad son derechos de los ciudadanos y cada vez más se han ido sustituyendo los parámetros educativos por otros de carácter economicista, en los que el sujeto político es sustituido por el consumidor y en los que parece como si lo único importante para evaluar la rentabilidad de los museos fuese la cantidad de entradas vendidas, la sofisticación de sus eventos sociales o su imagen de marca. Nos hemos olvidado de que sus funciones principales son las que tienen que ver con la educación, la memoria y la creación.

¿Hacia qué Reina Sofía se encamina?

En un momento en que la ciudad es un parque temático en el que se consumen experiencias, donde los museos son casi centros comerciales, un lugar privilegiado como espacios de consumo, el Reina Sofía tendría que convertirse precisamente en ciudad, en espacio público para el debate y los antagonismos, en el que la voz de uno se enriquezca con la voz del otro. Que se hable y discuta de lo malo o lo buenas que son las exposiciones, de ideas, no de si hay que mover o no el Gernika o de si hay goteras. El Reina Sofía tiene tres audiorios y tienen que estar en programación constante, con cine, música, performances o conferencias. El Reina Sofía es museo nacional, y también centro de arte, es una tensión enriquecedora. En Barcelona hay muchas instituciones de arte, en Madrid un megamuseo y pocos centros. Por eso, hemos de hacer esa función de centro de producción de arte.

¿Hasta cuándo ha de respetar las exposiciones programadas?

Este año cumpliremos los compromisos, aunque quizá introduzca algún cambio en las exposiciones previstas. Por ejemplo, en la de Edward Steichen se olvida que además de fotógrafo armó unos dispositivos expositivos en el MoMA, del que fue conservador durante la Segunda Guerra Mundial, muy válidos. El museo que proyecto se verá, en principio y si no surgen imprevistos, en dos o tres años. Entonces se verá ya la nueva disposición de la colección, el programa de exposiciones temporales y la nueva estructura del museo.

¿Qué calendario y prioridades tiene previstas en la colección?

Ya mismo estamos trabajando en la colección del museo. Iremos por áreas. Una detrás de otra. Vanguardias históricas, la crisis de los 60/ 70 y, por último, de 1989 a hoy. Hasta hora se prestaba mucha atención a los nombres propios y se presentaban de forma lineal e historicista. Se ha dedicado muy poca atención al cine, a la fotografía, a la performance, al documento o a lo procesual. La transversalidad de disciplinas es inexistente y lo español no acaba de integrarse en las corrientes internacionales. La colección se organizará desde otra perspectiva, en base a los momentos fuerza señalados antes, sin olvidar los casos individuales que se escapan a la lógica de movimientos más amplios. Estaríamos, pues, ante una colección en la que se pensaría lo global a partir de lo local.

¿Y las exposiciones temporales?

Pienso en cuatro. Una sería la revisión de los años 20/30. Los años 20 fueron las vanguardias, los cubismos, los lenguajes de Picasso y Miró aprendidos en Francia. Luego, en los 30 hay un cambio, un compromiso político muy fuerte y se difuminan las fronteras entre élite y cultura popular, documento y ficción, realismo y abstracción (Julio González hace escultura abstracta y al mismo tiempo, la Montserrat).La segunda expondría la crisis de los 60/ 70. Hay un paso de las formas de sociabilidad basadas en la clase y el trabajo al género, a la raza, a la identidad, pero también a otro tipo de pensamiento estético, de feminismo, de cuestionamiento de la autoría de la obra. Pasamos a otra estructura en la que el consumo ha sustituido a la producción en los procesos de generación de capital, y la crítica a las instituciones culturales no se genera desde fuera, sino que necesita de la propia institución para subsistir.

¿La tercera?

En tercer lugar, la revisión de los años 80 (de 1978 a 1989), la reacción a la crisis del 68 se resuelve con el neoliberalismo de Thatcher y Reagan, es cuando el mundo empieza a ser global, se multiplican los museos, España se abre al mundo y se olvida la transición democrática. De este periodo se ha hablado desde el mercado, pero muy poco desde el museo. Por último, pienso hacer alguna exposición sobra el arte más reciente, a partir de los 90, la imparable ascensión de la mercancía como valor dominante, como señala Michel de Certau en La invención de lo cotidiano.La commodity,la mercancía, se imponen en las relaciones sociales.

¿Qué ámbitos son primordiales?

Europa, el Mediterráneo y, de un modo especial, Latinoamérica. Lógicamente nuestra cultura moderna tiene sus orígenes en Europa. No podríamos entender lo que ha acontecido en nuestro país sin conocer ampliamente el cubismo o el surrealismo. Ahora bien, los caminos por los cuales ésta cultura ha discurrido son muy dispares y la realidad latinoamericana está ligada a la nuestra por razones históricas evidentes. Desde Torres García a Jorge Oteiza, pasando por Mathias Goeritz y Alberto Greco.

¿Cómo hacer más presente el arte español fuera de las fronteras?

La solución no pasa por el mero aumento de recursos a la promoción en el exterior. Es necesario generar un discurso propio y éste sólo existe y tiene sentido cuando se hace en relación al otro, es decir, en red, una red en la que el Reina Sofía tenga voz propia, sin sucursalismos.

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