Arquitectura: Jean Nouvel, "No quiero hacer el edificio más bonito, sino el lugar más hermoso"
Autor de edificios emblemáticos como la Fundación Cartier de París o la Torre Agbar de Barcelona, el arquitecto francés ha ganado el considerado Nobel de la Arquitectura por su "búsqueda continua"
ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid
Va a perder su aire de maldito. Jean Nouvel (Fumel, Francia, 1945) ha ganado el Premio Pritzker. Famoso desde que firmara un edificio junto al Sena, que abre y cierra sus ventanas como los objetivos de las cámaras fotográficas (el Instituto del Mundo Árabe, 1989) ha recorrido un largo camino inventando tipologías, como las viviendas Nemausus en Nimes, o construyendo iconos como la Torre Agbar de Barcelona o la exquisita Fundación Cartier de París. Una trayectoria tan insaciable a la hora de experimentar le ha reportado, naturalmente, proyectos más y menos acertados. Pero llama la atención que en plena expansión americana (tras el Teatro Guthrie en Minneapolis levanta la Tour Verre junto al MOMA) le haya llegado un premio al que parecía que iba a ser eterno candidato. Al otro lado del teléfono, un satisfecho Nouvel resta importancia a esa coincidencia. "No es EE UU, es mi edad. Cuando un arquitecto con ideas cumple 60 años, llega su edad de oro". Desde ese momento dulce, se muestra incapaz de decidir qué edificio le ha dado el premio. "El jurado ha dicho que valoraba mi actitud: la búsqueda continua. Y yo me siento retratado. No soy capaz de destacar un edificio", declara. Cuenta que un edificio es como una ciudad. "No sabría decir si es mejor Venecia, París o Nueva York. De las ciudades me gustan sus diferencias, como de las personas. Las hay con defectos, claro, pero si te gustan, te gustan en conjunto. Mi trabajo es como una familia, y una familia no es perfecta".
Ha firmado casi 200 proyectos y sigue evolucionando porque, insiste, su único estilo es su actitud. "Cada proyecto es una aventura. Nunca sé si haré algo blanco o negro. Y esa incertidumbre me gusta", asegura. Sin embargo, acostumbrados a sus negros metálicos, es difícil creer que vaya a pasarse al blanco... "Pues en el Museo Branly de París, he usado mucho el color", bromea. "Claro que he hecho edificios sin color, como la Fundación Cartier, pero allí juegan los reflejos que ceden el protagonismo al contexto". Lo que busca Nouvel investigando con sus edificios es "encontrar la pieza que le falta al puzzle. Mis edificios no quieren ser los más bonitos, quieren contribuir a formar el lugar más hermoso". Lo llama la "política de la situación": los vecinos son importantes. "Se debe aprender a convivir con ellos, aunque molesten. La arquitectura tiene que ser respetuosa con el contexto".
Es el Pritzker número 30 y en 30 años de carrera ha dado muchos tumbos. La búsqueda no ha sido sólo profesional; personalmente, también ha sido un hombre revuelto: ha cambiado de socios, de estudio, de organización, y hasta de pareja tres veces. "Mi trabajo, por su naturaleza investigadora, está sujeto al cambio. Soy ambicioso, lo reconozco, pero uno debe serlo cuando construye. Un arquitecto debe trabajar a gusto. Y si me gustan las situaciones inesperadas debo aceptar los cambios que ofrece, o fuerza, la vida".
Si estuviera en sus manos conceder el Pritzker, apunta que se lo daría al minimalista suizo Peter Zumthor. Y, entre los premiados, cree que Frank Gehry fue el que más lo merecía. No sabe si Sarkozy se convertirá en el próximo Mitterrand. Pero cuenta que reunió a 12 arquitectos para contarles que quería a la arquitectura en el centro de su mandato. Y ya ha organizado un concurso de ideas para ordenar los suburbios del Gran París. "La clave es si considerará la arquitectura una cuestión política. Eso, más que las obras ostentosas, puede cambiar la ciudad y la vida de las personas. Veremos". No responde a preguntas políticas. Dice estar a la izquierda, pero cree que la política se hace también diseñando.
En 2012 concluirá el Louvre de Abu Dabi. Construye en tres continentes. Ya era una estrella antes del premio. ¿Qué será después? "Siempre digo que es importante que mis edificios sean más famosos que yo. Si soy famoso no debe ser por ser calvo, sino porque he construido edificios que interesan a la gente y hacen preguntas. Quiero seguir investigando".
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