Música: El soul se toma revancha

Cada una con su estilo, Alicia Keys, Amy Winehouse y Beyoncé revitalizan el género de origen negro y, junto con Joss Stone, proyectan el legado de figuras como Tina Turner y Aretha Franklin. De cómo el alma volvió al cuerpo y está entre nosotros
Por Sergio Marchi

Para LA NACION - BUENOS AIRES, 2008

Hay pocas cosas tan inmortales como el alma, que nunca envejece y siempre está allí, en el reino de lo intangible pero de ánimo presente. Alma, en inglés, se dice soul , y es apropiado que haya un estilo de música con ese nombre, atemporal, conectado con el espíritu y a menudo invisible (¿o debería escribir "inaudible"?). Hacía tiempo que nadie hablaba de la música soul , un género que parecía destinado al anaquel de las reliquias del siglo XX. Hasta la última entrega de los premios Grammy.

Allí se produjo una sorprendente resurrección. Bastó que dos reinas en el exilio abandonaran su ostracismo y se aparecieran en cuerpo y alma durante la ceremonia celebrada en Los Ángeles en febrero pasado: Tina Turner y Aretha Franklin, de 68 y 65 años respectivamente, probaron que la magia del soul sigue viva en ellas. Tras su retiro de casi ocho años, Tina se mostró en espléndida forma y hasta soportó con elegancia un pisotón de la princesa Beyoncé (se puede ver en YouTube). Aretha Franklin, directamente, convirtió el Staples Center de California en una iglesia.

Aquella noche de los Grammy hubo una gran ganadora: Amy Winehouse, la atribulada cantante británica que encarna la versión actual de la diva soul . Su álbum Back to Black fue alabado en todo el mundo y se ha convertido en un éxito arrollador, incluso en la Argentina. Lo suyo tuvo un grado inusual de dramatismo: participó de la ceremonia vía satélite, tras abandonar la clínica donde se recuperaba del abuso de drogas y alcohol. Un condimento especial para su triunfo.

Sin embargo, la ganadora moral de esa noche parece haber sido Alicia Keys, otra nueva exponente de la canción negra que fue presentada por un prócer del soul , Stevie Wonder. A ese padrinazgo se le suma el hecho de que Bob Dylan la mencionó en una de sus letras recientes. Keys apabulló al público y lo puso de pie con una tremenda performance de "No One", uno de los éxitos de su reciente álbum As I Am .

El mensaje fue claro y contundente: las divas soul recuperaban la escena. Pero ¿dónde habían estado todo este tiempo?

Del campo a la ciudad

El origen de toda la historia está en los años 40, cuando una gran parte de la población negra de los estados sureños de Estados Unidos abandonó las zonas rurales y se dirigió a los centros urbanos del Norte, preferentemente hacia Chicago, en búsqueda de una vida mejor. Así, el blues dejó de ser rural para convertirse en música urbana. En el camino, surgieron variantes que desafiaron la ortodoxia de los doce compases del blues , y a esa mutación se la llamó rhythm & blues : canciones con raíz de blues que no eran, técnicamente hablando, blues genuinos.

Los amantes del góspel, la música religiosa, siempre vieron con malos ojos a estos estilos, a los que consideraban alejados de Dios y muy cercanos a las peores costumbres de los hombres: el sexo, la bebida, la violencia. Ambos mundos parecían escindidos, pero algunas cosas los reunirían. En primer lugar, el rhythm & blues comenzó a entreverarse con la música country y, a mediados de los años 50, nació el rock and roll . Así, los chicos blancos dieron rienda suelta a su amor por la música negra, cambiando para siempre el panorama cultural de los tiempos por venir.

Al mismo tiempo, Ray Charles consiguió imprimirle a su sanguíneo rhythm & blues un fervor casi religioso. Con temas como "I ve got a Woman", "Hallelujah, I Love Her So" y, sobre todo, "What I d Say", conseguiría la piedra filosofal del soul . ¿Cómo? Mediante la unión de lo profano con lo espiritual: combinando el rhythm & blues con algunos elementos del góspel. Si se reemplaza el objeto del deseo (una mujer) por Jesús, la canción pierde todo su peso ofensivo y se transforma en un himno góspel. "What I d Say" es el primer tema que incluye el recurso conocido como llamada y respuesta, tan característico en las iglesias negras.

Ray Charles inspiró a otros grandes cantantes como Jackie Wilson, James Brown y Sam Cooke, que afianzarían el estilo y probarían sus variantes personales. Con la creación del sello Motown, Berry Gordy Jr. le dio al soul un caracter juvenil y orientado al público blanco. Pocos años después, The Beatles, inspirados por sus canciones, conquistarían el mundo con sus "yeah, yeah, yeah". Martha & The Vandellas, The Temptations y The Supremes serían las estrellas de Motown de la década del 60, y serían relevadas por Marvin Gaye y Stevie Wonder en la del 70.

Motown se caracterizó por su pertenencia geográfica, la ciudad de Detroit, al norte de Estados Unidos. En el extremo sur sería la ciudad de Memphis el faro que alumbraría el nacimiento de Stax Records, que produjo grandes individualidades: Aretha Franklin, Otis Redding y Wilson Pickett, entre otros.

Pero en los 70, el género comenzó a cambiar: James Brown le puso funk a su estilo, aparecieron grandes orquestadores como Isaac Hayes y Barry White, y finalmente arribó la música disco. Su éxito descomunal, entre 1975 y 1979, arrastró la música soul tras sus pasos y la obligó a orientarse hacia las pistas de baile con un ritmo monótono, que le hizo perder gran parte de su riqueza. En 1980, la disco era historia y el soul estaba perdido. La irrupción de Michael Jackson, que creó un sonido propio, no alcanzó para revitalizar el género.

El entorno no ayudó mucho a que el soul sobreviviese, ya que en los 80 toda la música se volvió hacia el mercado; solo había lugar para superestrellas como Jackson, Prince y Lionel Richie. Otro factor que contribuyó a eclipsar el soul fue el surgimiento del rap, género en que predomina la palabra hablada y las baterías electrónicas, que oscurecen lo que en el soul era esencial: la expresión humana. De manera que el soul fue archivado y destinado a enriquecer el repertorio de las radios de oldies ... hasta hoy.

El frente de las nuevas divas soul se conformó a instancias de la industria, que sabe que una cantante femenina con personalidad siempre es buen negocio. Probablemente sea Beyoncé Knowles la favorita de las discográficas; un nombre ya probado como solista y como figura destacada de Destiny s Child, un trío de R&B (así, solo con las iniciales) que alborotó el gallinero a comienzos de esta década. Beyoncé, además de dar prueba de fe ante la reina Tina Turner, protagonizó Dreamgirls , una película basada en la carrera de Diana Ross &The Supremes. Pero hay que decir que es la más anclada en la fórmula R&B , un aggiornamento inofensivo del soul : un león con las garras cortadas.

Joss Stone, una inglesa rubia como el trigo y de voz negra como el ébano, es toda una veterana con tres álbumes, pese a ser la más joven del lote: está a punto de cumplir 21 años. Cuando lanzó su primer álbum tenía apenas 16, pero sus pasos fueron guiados por la pionera del rhythm &blues , Betty Wright, que la rodeó de leyendas del soul de Miami. No estuvo presente en la última entrega de los Grammy, pero ya cantó con los Rolling Stones y una larga lista de luminarias deslumbradas por un registro que desafía su edad y su color.

Diamantes

Alicia Keys atravesó airosa ese terreno de la precocidad; ya a los cuatro años sorprendió a sus maestras de jardín con su voz. Vecina de Harlem, hija de padre negro y madre blanca, estudió desde muy temprano piano clásico y eso fructificó en una compositora por la cual se libró una guerra ganada por el veterano Clive Davis, dueño de J Records y considerado uno de los cazatalentos más fabulosos de la historia (entre otros "descubrimientos" puede contar a Janis Joplin y Carlos Santana). El hombre la tuvo dos años haciendo banco, hasta que editó Songs in A Minor en 2001 y la niña Keys se convirtió en la artista más excitante del nuevo milenio, con ventas arrolladoras. The Diary of Alicia Keys y el flamante As I Am terminaron por dar forma al consenso unánime que existe sobre Alicia: es una artista destinada a permanecer.

Amy Winehouse es la que parece tener la magia y la cuota de tragedia al mejor estilo Billie Holiday. En 2003, llamó la atención con su disco Frank , pero fue Back to Black , producido por Mark Ronson, el que la convirtió en estrella. Su talento como cantante revela una fortaleza que no se corresponde con la fragilidad de su imagen. Su aparición eclipsó la sorpresa causada por Joss Stone en su momento y marcó otra cosa: su soul no busca recrear las viejas formas sino hacerlas evolucionar. La gran duda es si Amy podrá sobreponerse a sus adicciones o si reincidirá en ellas hasta cansar al público que hoy devora sus sórdidas historias en los tabloides británicos.

No es casual que el renacimiento del soul se esté produciendo tras un largo reinado del marketing en la industria discográfica. Después de tantas creaciones diseñadas a medida, hacía falta una buena cuota de talento natural. Y el soul se ha especializado siempre en pulir diamantes en bruto y no en crear joyas de un canto rodado. A lo mejor, todo se resume en que el soul (alma) es inmortal y este es solo un nuevo capítulo de su historia. ¡Aleluya!

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