Arquitectura: Una ópera varada entre los fiordos
El estudio noruego Snøhetta gana el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura
CATALINA SERRA - Barcelona - 30/04/2009
Es un edificio emblemático, pero no se le podrá acusar de pretencioso. Por eso, porque ha combinado el doble programa que se le pedía de ser a la vez funcional y simbólico, el edificio de Snøhetta para la ópera y el ballet de Oslo, en Noruega, ha resultado merecedor del premio Mies van der Rohe de Arquitectura Contemporánea que concede la Unión Europea, un galardón dotado con 60.000 euros que se entregará el 28 de mayo en Barcelona.
El edificio ganador es un enorme centro cultural, cuyo elemento más característico es un tejado inclinado accesible al público revestido de 36.000 piezas de mármol. Y funciona como elemento articulador de la renovación del frente marino de la capital noruega. "Es más que un simple edificio; es un espacio urbano, un regalo para la ciudad", explicó ayer Francis Rambert, presidente del jurado. Y de esto, del uso ciudadano de este espacio, es de lo que parecen más orgullosos los arquitectos de Snøhetta. "La gente que trabaja en el edificio está satisfecha y dice que incluso les inspira, y la gente de Oslo acude cada día a pasear por su tejado", explica Tarald Lundevall, uno de los arquitectos responsables de este dinámico estudio noruego que ya tiene en su haber otras obras emblemáticas. Entre ellas, la misma Biblioteca de Alejandría, una pieza que formalmente puede tener parecidos con la ópera pero que, según Lundevall, "es totalmente diferente". De hecho, Snøhetta se vanagloria de tener muy en cuenta el contexto urbano y cultural a la hora de enfocar cada trabajo. "En nuestro estudio es un elemento fundamental, y no sólo en relación al paisaje exterior. Aquí el tejado, blanco e inclinado, es en sí mismo un paisaje urbano".
Lundevall explica que el cliente de la ópera, el ministerio de Cultura noruego, pedía que el edificio fuera a la vez funcional y monumental, "representativo, como una declaración de las cualidades noruegas". Abordaron las dos cuestiones por separado. En lo que respecta a la monumentalidad decidieron reinventar este término y frente a lo que marca la tradición, amante de la verticalidad simbólica, optaron por una nueva manera de entender la monumentalidad escandinava expresada, dice Lundevall, "como un hermoso espacio público, abierto y de fácil acceso". La funcionalidad la consiguieron trabajando de manera muy estrecha con sus futuros usuarios para diseñar una especie de "fábrica" con espacios muy flexibles en los que, sin embargo, no renunciaron a la belleza mediante un cuidado revestimiento de madera fina trabajada de manera tradicional.
Lundevall, para quien "este premio es un honor y una inspiración", no está del todo convencido de que pueda hablarse de una arquitectura europea, "al menos desde el punto de vista estético". "Hay muchas subculturas europeas en función de las distintas geografías y contextos sociales, pero por otra parte encuentras que hay una cierta manera europea de organizar y planificar los procesos constructivos, y un amplio intercambio de ideas e impulsos gracias a la colaboración que facilita el estar juntos. En nuestro estudio, por ejemplo, hay arquitectos de más de diez países europeos". De momento sigue siendo un estudio en crecimiento, pero como a todos le afecta la crisis. "Los clientes se lo piensan más y algunos proyectos se posponen", reconoce Lundevall, para quien pase lo que pase, lo que está claro es que la sostenibilidad será uno de los factores que más deberán tener en cuenta los arquitectos. "Cambiará nuestra manera de pensar y de construir. Es el gran desafío actual de la arquitectura".
http://www.elpais.com/articulo/cultura/opera/varada/fiordos/elpepucul/20090430elpepicul_2/Tes
Ambiciosa aventura
JUAN HERREROS 30/04/2009
Como ya hiciera con el Kursaal de Rafael Moneo y el MUSAC de Mansilla y Tuñón, el premio Mies van der Rohe ha vuelto a reconocer la capacidad de la arquitectura, de un sólo edificio, para desplazar el centro de gravedad de una ciudad. La Ópera de Oslo firmada por el estudio Snøhetta es la primera pieza de una operación que transformará completamente la lectura y el uso de un enclave que quiere reivindicarse a sí mismo como Fijord city. Y es que, como tantas ciudades desarrolladas a espaldas del mar, Oslo depositó en las riberas de su fiordo las instalaciones portuarias cerrando a sus habitantes el contacto con el agua.
Ahora, esos terrenos ganados al mar han legado un perímetro bellísimo de geometría artificial formado por una serie de penínsulas que recibirán diferentes edificios culturales, como la Biblioteca Nacional y el nuevo Museo Munch, pero que también incluyen construcciones residenciales y comerciales con el fin de extender con no poca naturalidad la ciudad verdadera, y no sólo la de las grandes actuaciones, hasta la orilla. Barcelona o Bilbao son nuestros precedentes urbanos de redefinición de estos paisajes litorales, enérgicos y vitales en la historia de cada ciudad, que han sido negados históricamente a pesar de ser un ingrediente fundamental de su constitución.
En Oslo, esta proyección de futuro se materializará con la implantación del Paseo del Puerto, que permitirá al peatón recorrer sin interrupción todo el perímetro marítimo. La Ópera es la primera gran pieza de esta ambiciosa aventura que hace ya tiempo se ha convertido en un elemento vital y de orgullo compartido por todos los habitantes. El edificio explota su emplazamiento convirtiéndose en resolución topográfica del encuentro de la tierra firme con el fiordo y hace de su cubierta un lugar público que ha adquirido una importancia máxima entre los espacios abiertos de la trama urbana. Su desarrollo horizontal y su construcción a base de pliegues de mármol blanco hacen aflorar su condición geológica como si fuera una cantera que siempre estaba ahí y hubiera sido tallada por los arquitectos. Y su interior es, en cierto modo, una prolongación de la ciudad con el vestíbulo imponente y luminoso y sus restaurantes formando una plaza cubierta bajo el gran solárium en donde una población que adora el sol puede abandonarse a su contemplación.
Snøhetta ha sabido hacerlo todo bien, rodearse de artistas para trabajar una buena serie de acciones singulares, construir unas salas que son un prodigio espacial y acústico, resolver los mil problemas que un programa tan complejo pone sobre la mesa sin que hayan dejado huella en la construcción, y con todo ello, ofrecer a su ciudad un regalo inesperado.
Proyectar y construir la Ópera ha debido resultar una empresa llena de contratiempos, de ésas que sólo los arquitectos más ilusionados son capaces de afrontar convencidos de que el futuro vendrá para olvidar todo dolor. Oslo puede estar hoy más orgullosa de su Ópera y de este premio, pero sobre todo, de haber confiado en la arquitectura para cambiar su historia y, gracias a ello, puede mirar confiada hacia unos tiempos nuevos en los que todo lo aprendido en esta primera gran acción será el mejor bagaje para continuar su extraordinario proyecto.
Juan Herreros es arquitecto y ganador del proyecto para el nuevo Museo Munch de Oslo.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Ambiciosa/aventura/elpepucul/20090430elpepicul_1/Tes
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