Pensamiento: Un destino desbaratado. La historia universal vista por el islam
LUZ GÓMEZ GARCÍA 26/11/2011
Ensayo. Algún día se escribirá la historia de los libros compuestos en la estela del 11-S para evitar o mitigar el linchamiento del mundo islámico. Éste es uno de ellos. Tamim Ansary, su autor, es un afgano-americano nacido en Kabul en 1948. Su madre fue la primera norteamericana que se casó con un afgano y decidió vivir en Afganistán. Hasta el 11-S, Ansary se había dedicado a distintos trabajos en el mundo editorial estadounidense. Pero tras los atentados, la difusión en cadena de un e-mail suyo sobre la inminente intervención de Estados Unidos en su país natal le convirtió de la noche a la mañana en mediador cultural entre ambos mundos. Intervino frecuentemente en los medios, incluido el programa de Oprah Winfrey. Escribió varios libros. Y fue a raíz de unas conferencias radiofónicas como surgió Un destino desbaratado. Desde que en 1978 Edward Said destripó la invención de Oriente a manos de la clase intelectual occidental, ha sido una práctica frecuente deconstruirla entregando el poder narrativo a los propios sujetos relatados. El ejemplo más conocido es el libro de Amin Maalouf Las cruzadas vistas por los árabes. Lo que en esta ocasión propone Tamim Ansary es un cambio de foco en la historia universal. Para ello define ante todo un nuevo centro geoestratégico, al que denomina Mundo Medio (Middle World), y que viene a corresponderse en líneas generales con lo que llamamos, de forma reductora, Oriente Próximo. El objetivo es hacer justicia a la geografía y significar el carácter intermedio de lo islámico respecto del Mundo Occidental y el Mundo Chino, las otras dos grandes instancias de la historia universal. La primera víctima de este procedimiento es la perspectiva historiográfica derrotista en la que se ha adoctrinado a los propios musulmanes desde hace dos siglos, que queda desterrada. Para Ansary, el mundo islámico no es un subconjunto de la historia universal, sino el protagonista de una historia alternativa. Una historia con sus propios tiempos, paradigmas y actores, y un historial poco menos que triunfal durante más de mil años. Con estas premisas, es inevitable que el libro esté escrito desde la empatía. El autor no se molesta en disimularlo. Es la plasticidad simpática uno de los mayores logros de la obra. Las grandes figuras de la historia del islam están perfectamente caracterizadas. Son magníficos los retratos de Alí, el imán espiritualmente atribulado; de Ómar, califa guerrero al tiempo que hábil remendón; de Aícha, la temperamental compañera de Mahoma; de Rabía al Basri, pionera de la mística sufí, o del creador del wahabismo, Abd al Wahhab, obseso de la pureza del islam. Este arte del retrato está al servicio de un acercamiento humanizado y contextualizado a los principales conceptos y realizaciones de la civilización islámica: la charía, la chía, la yihad, el sufismo o la universalidad de la umma. Pero sobre todo Ansary brilla por su capacidad de selección y síntesis. Reduce una historia densa, como no podía ser menos, a una extraordinaria narración de sus líneas de continuidad y ruptura.
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