Psicoanálisis: Cuando las casas se acomodan en el diván
Patrick Avrane analiza el territorio íntimo que habitamos: desde las obras de Le Corbusier hasta las locaciones imaginadas por Edgar Allan Poe, qué dice el inconsciente de cada espacio.
Por Alejandra Varela
El ejercicio que propone el francés Patrick Avrane, expresidente de la Sociedad de psicoanálisis freudiano de Francia, se parece a los recursos utilizados por le Nouveau roman, ese movimiento literario que en los años cincuenta destacaba a los objetos y los espacios para relegar a los sujetos en el armado de la escena. Pero en Casas. Cuando el inconsciente habita los lugares (Ediciones La Cebra) el uso de este procedimiento no deja de ser crítico. Hablar de los territorios domésticos implica un fuerte impulso de humanización que distancia a Avrane de “los novelistas de la mirada“. Las casas están sometidas a un análisis que se acerca con cuidado a la teoría psicoanalítica. Hay en Avrane una voluntad de observar los cuadros o de leer un libro buscando el tema que ordena su interés, entonces el lector se enfrenta a una forma de crítica que decide darle centralidad al espacio donde los hechos y las imágenes transcurren para, de ese modo, hablar de los sujetos que lo habitan.
En una suerte de personificación, el libro de Avrane permite imaginar la mutación de los espacios. No solo porque las mansiones burguesas que contienen la trama de las novelas de Marcel Proust y marcan la dinámica de una ciudad como Paris en sus edificios haussmannianos, se ven alteradas en su funcionalidad en la época contemporánea, sino porque el confinamiento que trajo la peste puso a prueba las casas en su capacidad de amparo y curación. Toda vivienda es un lugar social y quedarse demasiado tiempo en ella implica perturbar su economía, obligarla a cumplir con un actividad que mezcla las ambiciones privadas con los requerimientos del trabajo.
La casa es también un cuerpo. La disposición de los muebles, el modo de composición de un espacio, los datos que dan cuenta de sus habitantes en cualquier estructura ficcional, funcionaran como un lenguaje. Allí, lo que el autor francés llama “el inconciente de las casas“ tiene algo de espectral porque señala el vínculo que las personas crean con sus hogares desde una perspectiva inmaterial que puede delatarlas y sorprenderlas en cualquier escena.
Las técnicas del ensayo, las variante de una teoría psicoanalítica desplazada, o la enumeración de estilos para leer las artes plásticas, la literatura y el cine operan como narrativas para hablar de esos refugios que hoy proliferan como departamentos pero que continúan la tarea de armar, desde lo concreto y lo simbólico, una unidad en la dispersión de cada una de sus partes. Pocas cosas se parecen a un puzzle más que una casa. Todo hogar podría ser un aleph.
En el montaje de temas, en la reflexión crítica sobre las ambiciones artísticas en las construcciones de Le Corbusier, o en lo indescifrable de una casa en las historias de misterio de Edgar Allan Poe, surge la voluntad del autor de trasladar toda esa fantasía literaria al realismo de las condiciones actuales.
Avrane describe los pequeños conflictos que surgen en su trabajo al decidirse a ubicar su consultorio de psicoanalista dentro de su propia vivienda para llevar al lector a pensar las transformaciones del ambiente doméstico desde la Edad Media a la Modernidad. El pasaje de la promiscuidad como una costumbre soportable, a la configuración de una intimidad. De la separación de los cuartos donde se conquista cierta soledad, en oposición a un mundo donde todos los espacios sufrían una surte de indiferenciación comunitaria, ayuda a retratar a un sujeto que se vuelve más complejo. En los corredores de los edificios haussmannianos se encuentra con el consultorio del analista. El lugar donde “debe oírse el inconciente de todas las casas” Una breve sociología de los hogares sería otra clasificación que sugiere este libro (el primer texto de Avrane traducido al español) porque hacia el final lo que marca la temporalidad son las negociaciones indispensables de cualquier convivencia . Cuando Avrane menciona al ideal del yo concibe a la casa como una obra que conjuga el deseo de devenir otra.
La casa es una imagen del cuerpo, es un territorio que cada persona lleva consigo. La singularidad de su construcción actúa como destino.
https://www.clarin.com/revista-enie/literatura/casas-acomodan-divan_0_IHknI5Tul.html
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